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Fortnite. Consejos para los padres

  • Foto del escritor: Jessica Urfeig
    Jessica Urfeig
  • 6 jul 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 6 jul 2020


La cuarentena abrió el espectro e incluyó a chicos más pequeños y a nenas al juego.

También en la crianza de nuestros hijos se trata de buscar una coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que finalmente hacemos.

Hace un tiempo una de las preocupaciones recurrentes era que el Fortnite generaba que los chicos se aíslen y se encierren.

Hoy es la manera que encuentran para interactuar. Mediante el juego están en contacto con amigos de sus diferentes ámbitos a quienes no están pudiendo ver.

El juego los cautiva y genera compulsión a nivel mundial.

Es adictivo y violento, genera en la mayoría reacciones y estados de animo negativos.

Al observarlos se ven exaltados, poseídos y descontrolados.

Genera estados de ansiedad y se empiezan a naturalizar malos tratos e insultos que no abalarían en otro contexto, ni ellos ni nosotros.

Cambia la forma de vincularse.

Quien tal vez era el dueño de la pelota en el patio del cole, hoy decide quien entra o quien no, al escuadrón.

Esto genera mucha angustia para el que sistemáticamente se queda afuera y expresa no querer volver al colegio por como lo están tratando hoy.

Pierden la noción del tiempo, y están en un estado en el que no registran si tienen hambre, sed o necesitan ir al baño.

Frente a esto muchos de nosotros nos encontramos poniendo limites desde el enojo y el limite desde el enojo nunca fue efectivo.

La frase que mas escucho es ¨estoy podrido, el Fortnite lo arruina¨.

Sacados, desenchufamos la Play abruptamente, escondemos los controles o los ponemos en penitencia.

Ellos solo están haciendo aquello que, desde el silencio o mirar para otro lado estamos habilitando a que hagan.

Existe un abanico enorme desde la prohibición total al juego hasta la compra de tantas Play como jugadores haya en la casa para que no se peleen por los turnos.

Hay mucho que podemos hacer, los limites claros y amorosos, los ordenan y tranquilizan.

Es parte de ser padres ofrecerles una alternativa interesante para hacer, por lo menos, para alternar.

Muchos chicos agradecen los días de détox sin el Fortnite y reconocen su diferencia corporal y energética.

Somos sin duda nosotros quienes debemos controlar y regular la frecuencia, cantidad y franja horaria de juego.

En vez de cerrar la puerta para no escucharlos, abrirla y escuchar el modo en que se dirige a sus amigos, si alguien sistemáticamente queda afuera y si conoce a todas las personas con las que juega.

¿Como lo viven en sus casas?

¿Les pasa algo de todo esto? ¿Necesitan ayuda?

 
 
 

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